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lunes, 2 de enero de 2012

Una tarde de reflesion

Pasear por la calle. Sin un destino fijo. Sin el sentido del tiempo. Con la mirada perdida y el móvil apagado. La gente la adelanta, la piden paso y la dan las gracias. Una media sonrisa sirve para responderles. No tiene hambre, ni sueño, ni sed. Solo él en su cabeza. Y no consigue, ni quiere, desvanecer las ganas de él. Sigue andando. No para. No piensa. Apenas pestañea. Él. Una y otra vez. Su cara. Sus ojos. Su sonrisa. Su voz. Su olor. Sus besos. Sus te quiero. No se le van de la cabeza. Cierra los ojos y le imagina. Imagina todo eso. A su alrededor deben pensar que está loca. Y no se equivocan. Es más, le encantaría gritarlo en medio de la calle. Llamar la atención de todos. Que le escuchen, que se rían si les paetece. No solo quiere que lo piensen, quiere demostrárselo. Quiere que sepan que sí que está loca. Loca por él.

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